ESPERANDO A MISTER BOJANGLES (Olivier Bourdeaut) (03/10/2017)
Bueno, presiento que éste es el comienzo de una hermosa amistad, como le dijo Rick a Louis en Casablanca. Inauguramos nuestra tertulia sin nombre y al concluir nuestra primera reunión acabamos titulándola “Doña Superflua” como homenaje a la garza mascota de la familia de esta novela corta.
Si empezamos diciendo que la familia protagonista tenía una garza por mascota podremos situar el nivel excéntrico de la misma. La novela en sí no es muy brillante, aunque sí entretenida, con motivos para la risa pero también para la tristeza. Uno, que con los años se va volviendo algo responsable (no mucho la verdad) sufre con la situación de un niño al que le tocan en suerte unos padres divertidos pero irresponsables. El pequeño cuenta la historia aprovechando los escritos que su padre ha ido componiendo durante el desarrollo de la propia novela. Georges, un padre divertido y absurdo que, cada día inventaba un nuevo nombre para su mujer y ella, la madre de los mil nombres que contribuía y completaba la locura de la pareja. Una pareja enamorada hasta las trancas en la que el hijo parece ser un mero espectador de un espectáculo diario en el que los protagonistas son los padres y en el que como referente principal bailan al son de Mr. Bojangles, de Nina Simone. Para completar el cuadro tenemos al Senador apodado Crápula, que los apoya e intenta poner un poquito de cordura dentro de la locura, teniendo en cuenta que éste está chiflado también. Una locura que lleva a formar una montaña de cartas sin abrir en medio del salón, a echarse carreras con la garza por los pasillos o a amenazar con castigar al hijo con encender la televisión, a hundirse económicamente...
Lo cierto es que a la madre de los mil nombres se le termina yendo la chaveta y deben ingresarla. El padre llora la enfermedad de su mujer a escondidas para seguir mostrándose divertido con el hijo, mientras sigue escribiendo la biografía de los dos.
Entre los tres organizan el “secuestro” de la madre y acaban en un viaje extraño hacia España que comienza en la costa atlántica y acaba en el mediterráneo en no sé qué parte, quizás en Alicante o por ahí. Allí llega el final con el suicidio de la madre, el consecuente suicidio de su enamorado marido, sin pensar en qué iba a pasar con su hijo, salvo dejar al Crápula a su cuidado.
Bueno, pues eso. Pequeña tragicomedia distraída, fácil de leer, sin pedirle demasiado a la
literatura y que nos deja risas y angustias moderadas debido al escaso realismo de la misma.
Estos franchutes…
Si empezamos diciendo que la familia protagonista tenía una garza por mascota podremos situar el nivel excéntrico de la misma. La novela en sí no es muy brillante, aunque sí entretenida, con motivos para la risa pero también para la tristeza. Uno, que con los años se va volviendo algo responsable (no mucho la verdad) sufre con la situación de un niño al que le tocan en suerte unos padres divertidos pero irresponsables. El pequeño cuenta la historia aprovechando los escritos que su padre ha ido componiendo durante el desarrollo de la propia novela. Georges, un padre divertido y absurdo que, cada día inventaba un nuevo nombre para su mujer y ella, la madre de los mil nombres que contribuía y completaba la locura de la pareja. Una pareja enamorada hasta las trancas en la que el hijo parece ser un mero espectador de un espectáculo diario en el que los protagonistas son los padres y en el que como referente principal bailan al son de Mr. Bojangles, de Nina Simone. Para completar el cuadro tenemos al Senador apodado Crápula, que los apoya e intenta poner un poquito de cordura dentro de la locura, teniendo en cuenta que éste está chiflado también. Una locura que lleva a formar una montaña de cartas sin abrir en medio del salón, a echarse carreras con la garza por los pasillos o a amenazar con castigar al hijo con encender la televisión, a hundirse económicamente...
Lo cierto es que a la madre de los mil nombres se le termina yendo la chaveta y deben ingresarla. El padre llora la enfermedad de su mujer a escondidas para seguir mostrándose divertido con el hijo, mientras sigue escribiendo la biografía de los dos.
Entre los tres organizan el “secuestro” de la madre y acaban en un viaje extraño hacia España que comienza en la costa atlántica y acaba en el mediterráneo en no sé qué parte, quizás en Alicante o por ahí. Allí llega el final con el suicidio de la madre, el consecuente suicidio de su enamorado marido, sin pensar en qué iba a pasar con su hijo, salvo dejar al Crápula a su cuidado.
Bueno, pues eso. Pequeña tragicomedia distraída, fácil de leer, sin pedirle demasiado a la
literatura y que nos deja risas y angustias moderadas debido al escaso realismo de la misma.
Estos franchutes…
Ricardo Ferreiro
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