EL CUENTO DE LA CRIADA (Margaret Atwood) (08/01/2018)
Pues
sí, para amenizar la Navidad se escogió el libraco más extenso de los que
llevamos hasta ahora (402 páginas). Tengo que confesar que no me disgustó el
libro, aunque el sentir general no lo colocó en los umbrales de la narrativa,
precisamente. Dentro de un estilo tranquilo, sin grandes sobresaltos ni
párrafos que enganchen a la lectura, como un libro pensado para entregarnos
cada noche en brazos de Morfeo, seguimos el hilo de un entramado de una
distopía, como tal indeseable y abominable y que, aunque sea mera ficción, nos
asusta como un posible futuro negro al que algunos personajes de la realidad no
les importaría llevarnos.
Defred nos cuenta en primera persona su vida
rutinaria, temerosa, coartada de libertades, cuyo único fin es la procreación
sin disfrute presente ni futuro, sin placer ni consecuencias que criar y
querer.
La sociedad se construye a partir de un Estado teocrático, reprimido,
deprimente y represor, donde se aprecia una vuelta a los pasados siglos más
oscuros de nuestra historia y donde todo está configurado para que, como siempre
pero a lo bestia, se jerarquice una población entera en distintas funciones
serviles para que una minoría disfrute de los privilegios. Sin embargo, la
autora nos deja ver que la élite tampoco disfruta, si acaso a escondidas de
ellos mismos, debido a la tremenda carga moralista de la propia sociedad y a la
rigidez de sus propias normas.
Casi sin posibilidades de huir a no sabe qué
sitio, que muy probablemente sea un camino a la enfermedad y a la muerte, la
protagonista intenta mantener vivos sus recuerdos: su marido, su hija, como
válvula de escape y única esperanza casi perdida. Procura mantener todo aquello
que le aporta una satisfacción interior, imperceptible y que puede mantener en
su mente gracias a que, precisamente ahí, en lo más profundo de sus
pensamientos, no puede llegar el control férreo de sus verdugos.
¿Que cómo
acaba?, pues, parece que ese régimen pasó a mejor vida y se puede contar por
las generaciones futuras, pero de Defred no sabemos gran cosa; la autora la
deja ahí, en la posibilidad de que su huida haya prosperado, así que colorín
colorado está crónica se ha acabado.
Ricardo Ferreiro
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